sábado, 17 de septiembre de 2011

Crónica del Amazonas

Hola amigos:



 Ayer fue un día genial. Se cumplió mi sueño de viajar por el rio amazonas.

(Desde que ví Diarios de Motocicleta me nació el deseo de ir a este lugar.)

No fue tan apacible como lo imagina uno estando en casa, o cuando lees un libro o ves una película. La verdad fue de mucha adrenalina. Fuimos en un bote relativamente rapido (bueno, para mi hasta los caballitos de la feria van muy rapido), el rio estaba un poco revuelto (o rebotado, como dicen los huachis) y con muchos troncos que el rio arranca de la selva, los cuales el motorista (el que conduce el bote), al mas fiel estilo de los microbuseros mexicanos, evadía "rápido y furioso" en zigzag sin disminuir para nada la velocidad (aprox. 50 km./hora, lo cual en un bote chico es una gran velocidad). Como se imaginarán, su amigo iba con "el jesús en la boca" y agarrado con uñas y dientes del pequeño titanic, esperando el gran trancazo, los gritos y la inevitable volcadura. Mientras, los demás tenían una conversación que era muy poco tranquilizadora (en este río viven pirañas de varias clases, pero todas ellas igual de voraces...cuando te muerde una te arranca el pedazo de carne, y ya puedes irte despidiendo de este mundo, pues atrás de ella vienen cientos de su compañeras que se vuelven locas con la sangre y te dejan en puros huesitos en poco tiempo; ah, y también viaja por el río la anaconda, la cual se te enrolla hasta quebrarte los huesos y matarte de asfixia y luego te traga poco a poco...). O sea, puros animales que te tragan crudo.

Bueno, me dije a mi mismo: "Tal vez sea mi último viaje, y moriré en el río Amazonas...Bueno, después de todo es mejor al río Cazones o al Texcapa).

Gracias a Dios todo salió bien, y pudimos disfrutar de un paseo fenomenal. El río es inmenso. Aquí está toda el agua dulce del mundo. Es sumamente ancho (3km. a 10 km.) y muy profundo. Y por ambos lados puedes ver la selva y también pequeñas comunidades indígenas de habla Ticuna. Visitamos algunas de ellas y pudimos encontrar a más de un hermano en la fe, pues hay varias misiones en esa región.


También pudimos ver los siguientes animalitos: delfines grises, delfines rosados, un tigrillo, dos perezosos, algunas tortugas muy raras, y visitamos una isla donde viven los monos fraile (o capuchino). De estos últimos no me quiero acordar, pues los méndigos micos (son hermosos esos animalitos) se me subieron por todos lados en una invasión masiva de mi persona y me dejaron como palo de perico o laso de cochino. ¡Y todo por un banano que yo no quería soltar!). Hasta las mamás con su monito abrazado a su cuerpo se me aventaron. Son unos montoneros.

Bueno, hasta aquí con la crónica, no quiero aburrirles con mis aventuras...