jueves, 6 de octubre de 2011

Carta de despedida de Ernesto Guevara a Fidel Castro

   Fidel, me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos. Un día pasaron preguntando a quien se debería de avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron en el camino hacia la victoria.
   Hoy todo tiene un tono menos dramático, porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que ya es mío.
   He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brillo mas alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios. Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tus responsabilidades al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.
   Aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y los más querido entre mis seres queridos (...) y dejo a un pueblo que me admitió como su hijo: eso lacera una parte de mi espíritu.
   Digo una vez mas que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti.
   Que no dejo a mis hijos y a mi mujer nada material y no me apena; me alegro que así sea. Que no pido nada para ellos, pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
   Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas. Hasta la victoria siempre. ¡Patria o muerte!
   Te abrazo con todo fervor revolucionario.
   Che.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Crónica del Amazonas

Hola amigos:



 Ayer fue un día genial. Se cumplió mi sueño de viajar por el rio amazonas.

(Desde que ví Diarios de Motocicleta me nació el deseo de ir a este lugar.)

No fue tan apacible como lo imagina uno estando en casa, o cuando lees un libro o ves una película. La verdad fue de mucha adrenalina. Fuimos en un bote relativamente rapido (bueno, para mi hasta los caballitos de la feria van muy rapido), el rio estaba un poco revuelto (o rebotado, como dicen los huachis) y con muchos troncos que el rio arranca de la selva, los cuales el motorista (el que conduce el bote), al mas fiel estilo de los microbuseros mexicanos, evadía "rápido y furioso" en zigzag sin disminuir para nada la velocidad (aprox. 50 km./hora, lo cual en un bote chico es una gran velocidad). Como se imaginarán, su amigo iba con "el jesús en la boca" y agarrado con uñas y dientes del pequeño titanic, esperando el gran trancazo, los gritos y la inevitable volcadura. Mientras, los demás tenían una conversación que era muy poco tranquilizadora (en este río viven pirañas de varias clases, pero todas ellas igual de voraces...cuando te muerde una te arranca el pedazo de carne, y ya puedes irte despidiendo de este mundo, pues atrás de ella vienen cientos de su compañeras que se vuelven locas con la sangre y te dejan en puros huesitos en poco tiempo; ah, y también viaja por el río la anaconda, la cual se te enrolla hasta quebrarte los huesos y matarte de asfixia y luego te traga poco a poco...). O sea, puros animales que te tragan crudo.

Bueno, me dije a mi mismo: "Tal vez sea mi último viaje, y moriré en el río Amazonas...Bueno, después de todo es mejor al río Cazones o al Texcapa).

Gracias a Dios todo salió bien, y pudimos disfrutar de un paseo fenomenal. El río es inmenso. Aquí está toda el agua dulce del mundo. Es sumamente ancho (3km. a 10 km.) y muy profundo. Y por ambos lados puedes ver la selva y también pequeñas comunidades indígenas de habla Ticuna. Visitamos algunas de ellas y pudimos encontrar a más de un hermano en la fe, pues hay varias misiones en esa región.


También pudimos ver los siguientes animalitos: delfines grises, delfines rosados, un tigrillo, dos perezosos, algunas tortugas muy raras, y visitamos una isla donde viven los monos fraile (o capuchino). De estos últimos no me quiero acordar, pues los méndigos micos (son hermosos esos animalitos) se me subieron por todos lados en una invasión masiva de mi persona y me dejaron como palo de perico o laso de cochino. ¡Y todo por un banano que yo no quería soltar!). Hasta las mamás con su monito abrazado a su cuerpo se me aventaron. Son unos montoneros.

Bueno, hasta aquí con la crónica, no quiero aburrirles con mis aventuras...