lunes, 27 de septiembre de 2010

El corazón y sus figuraciones. German Dehesa 25 de agosto de 2010

Creo que no les he contado que estoy enfermo, seriamente enfermo. Tengo cáncer, pero hasta ahora la enfermedad no me ha producido ningún dolor insoportable. Trato de vivir sobre las puntitas de los pies, pues en mis delirios, imagino que si casi no hago ruido, la enfermedad no se va a percatar de mi presencia y me permita colarme a la vida que es a donde me gusta estar. Como quien dice, mi vida es casi secreta y su único nuevo rasgo que yo detecto es la impaciencia. Así pues, no tiene ningún sentido que me saluden de lejecitos, ni que me saquen la vuelta, ni ninguna patochada de ésas. Nadie tiene idea de cuándo será la terminación cronológica de mi vida, pero calcula la ciencia médica que esto ocurrirá hacia los finales de este año. Espero distribuir generosamente entre el personal médico billetes de muy alta denominación, de modo que este plazo se vaya ampliando, por lo menos, hasta 2020. Si se puede obtener más, ahi lo dejo en manos del gobierno. Tengo mucha confianza en que nuestra burocracia acuse recibo de la solicitud en 2018, lo cual nos da margen para seguir resollando. Lo que desde ahora les puedo asegurar es que, mientras pueda yo menear la pluma y no comience a decir puros despropósitos y marihuanadas, aquí me tendrán siempre a sus canijas órdenes y a sus pies, si no les rugen, como solía decir la inmortal Borola Tacuche de Burrón.


Me molesta casi tanto como a ustedes, este tipo de artículos donde tengo que ponerle luto a mis palabras y no sacarlas a pasear para que se asoleen que es lo que a mí más me gusta; pero dibodobadito, tarde o temprano los médicos logran llevarte a sus terrenos y ahí es la de no te entumas y no le saques, manito. Por esas latitudes transito yo en la actualidad. Me entusiasma saber que, gracias al talento de sus madres, mis hijos son gente de bien, con buena orientación en la vida y totalmente a la guapachosa altura de su herencia veracruzana. Todos son estudiosos, trabajadores y con magnífica inteligencia que, donde primero y mejor se muestra es en el buen humor que los cuatro manifiestan, caiga quien caiga.


No me estoy despidiendo. Yo espero que falte mucho como para que ocurra algo tan ingrato. Como en el teatro, esto es apenas la primera llamada, primera. Ya sé cómo se las gastan los lectores de por aquí y no me sorprendería que, a la vuelta de unos días, me tope con gente que diga que, el mero día del Bicentenario me voy a suicidar en el Zócalo gritando leperadas en contra de un gobierno y de un sistema que premia cada vez más a la idiotez y no suele ser justo con la inteligencia. No, yo no voy a hacer nada de eso para celebrar o denostar a este sistema del que, por lo demás soy miembro activo y no quiero jamás dar la impresión de que me doy de baja. Lo que sin duda ocurrirá es que el sistema me dé de baja a mí, pero ése ya es otro cantar.


Voy terminando. Este artículo y sólo este artículo. Yo tengo que guardar reposo por algunos días, pero muy pronto volveré a vestir mi uniforme azul y oro y a sembrar el pánico por todas las canchas de la República. Ahí me los encontraré. Mañana nos vemos. ¿Entendido?.


Ocho días después de escribir esta columna, murió Germán Dehesa sentado en su sillón favorita, en su casa, rodeado de sus seres queridos. Descanse en paz.


sábado, 25 de septiembre de 2010

Algun día...

"Algún día en cualquier parte,
en cualquier lugar indefectiblemente
te encontrarás a ti mismo,
y ésa, sólo ésa,
puede ser la más feliz
o la más amarga de tus horas."

Pablo Neruda

viernes, 24 de septiembre de 2010

Gracias.

Comienzo con una palabra que todos los hombres, desde que el hombre es hombre, han proferido: gracias. Es una palabra que tiene equivalentes en todas las lenguas. Y en todas es rica la gama de significados. En las lenguas romances va de lo espiritual a lo físico, de la gracia que concede Dios a los hombres para salvarlos del error y la muerte a la gracia corporal de la muchacha que baila o a la del felino que salta en la maleza. Gracia es perdón, indulto, favor, beneficio, nombre, inspiración, felicidad en el estilo de hablar o de pintar, ademán que revela las buenas maneras y, en fin, acto que expresa bondad de alma. La gracia es gratuita, es un don; aquel que lo recibe, el agraciado, si no es un mal nacido, lo agradece: da las gracias. Es lo que yo hago ahora con estas palabras de poco peso. Espero que mi emoción compense su levedad. Si cada una fuese una gota de agua, ustedes podrían ver, a través de ellas, lo que siento: gratitud, reconocimiento. Y también una indefinible mezcla de temor, respeto y sorpresa al verme ante ustedes, en este recinto que es, simultáneamente, el hogar de las letras suecas y la casa de la literatura universal.


Palabras iniciales en el discurso pronunciado por Octavio Paz al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1990.

German Dehesa.

Mas vale tarde que nunca.
Murió Germán Dehesa y no he escrito nada sobre él.
A pesar de que yo era asiduo lector de su columna, la original Gaceta del Angel.
Periodista, dramaturgo, escritor, hombre del mundo y de una sola ciudad (DF), culto y popular, letrado y dicharachero, grosero y gentil al mismo tiempo, ocurrente como pocos, quien se reía de todo, de todos, pero sobretodo de sí mismo.
Haciéndome reír me hacía reflexionar. Partiendo de su mundo me mostraba el mundo. De lo cotidiano y ordinario me llevaba a reflexionar sobre las cosas profundas del espíritu humano. Escribía y vivía. Vivía y escribía. Nunca se refugio en los libros para huir de la vida diaria. Nunca se quedo en la vida ordinaria para no entrar en el mundo de las letras. Combinó de manera perfecta el arte de escribir y el arte de vivir.
Cuenta que en una ocasión, siendo estudiante de preparatoria, en la clase de Literatura, le contó a su maestro una excusa super mafufa para explicar porque no había escrito el ensayo de tarea. El maestro, un hombre de edad y muy conocedor de su materia, lo escucho seriamente y al terminar éste se soltó con una sonora carcajada y le dijo: "Joven Germán, si Usted escribiera como inventa historias y excusas, si su imaginación tomará el lápiz, sería un muy buen escritor". No se equivocó.

Fragmentos de Octavio Paz

Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido,
La poesía se desliza entre el si y no,
Dice lo que callo,
Callo lo que digo,
Sueña lo que olvido.
No es un decir, es un hacer,
Es un hacer que es un decir,
La poesía se dice y se oye, es real.
Apenas digo es real se disipa,
¿Así es más real?